La ideología de género es un peligro para las naciones.

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Por: Silvia Palacios.

Las grandes verdades morales, aquellas que enaltecen al género humano, a veces tan sencillas de elaborar y comprender, y que en definitiva alimentan el espíritu de los individuos y por ende de las naciones, han sido blanco de ataque de los poderes políticos dominantes, desde que estos embarcaron en un nuevo orden unimundista y neoliberal; por eso las agencias de propaganda que tienen a su servicio las esconden, condenan, o difaman. Y en su lugar han creado una atmosfera asfixiante para que la población acepte como “natural” nuevas relaciones sociales basadas en: el aborto, el feminismo radical, el casamiento homosexual, la ideología del género, el consumo de drogas, y otras que refuerzan el individualismo.


Son contados con los dedos de una mano, los gobernantes actuales que se atreven a desafiar tal sistema anticultural dominante en el mundo para proteger a sus conciudadanos. Por eso es alentadora la advertencia que el presidente de Ecuador, Rafael Correa dirigió a sus gobernados, el pasado 28 de diciembre en la cual desenmascaró las ficciones que encierra la ideología del género, a la que calificó de “peligrosísima”. En una reunión pública, él sostuvo que “Académicamente no resiste el menor análisis”, pues destruye a la familia, y aseguró que su defensa de la familia y su oposición al aborto “no tiene nada que ver con izquierda o derecha” sino que es una cuestión moral.

En un despacho de ACIPRENSA del 3 de enero se informa que, Rafael Correa aseguró que “una cosa es el movimiento feminista por igualdad de derechos, que lo apoyamos de todo corazón. Pero de repente hay unos excesos, unos fundamentalismos en los que se proponen cosas absurdas. Ya no es igualdad de derechos, sino igualdad en todos los aspectos, que los hombres parezcan mujeres y las mujeres hombres. ¡Ya basta!”.

Lo que propone esta ideología, señaló Correa, es que “básicamente no existe hombre y mujer natural, el que el sexo biológico no determina al hombre y a la mujer, sino las ‘condiciones sociales’. Y que uno tiene ‘derecho’ a la libertad de elegir incluso si uno es hombre o mujer. ¡Vamos, por favor! ¡Eso no resiste el menor análisis! ¡Es una barbaridad que atenta contra todo! Leyes naturales, contra todo”.

Correa señaló que apoya la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, pero no “igualdad en todos los aspectos, porque somos gracias a Dios hombres y mujeres diferentes, complementarios, y no es que se trate de imponer estereotipos, pero qué bueno que una mujer guarde sus rasgos femeninos, qué bueno que un hombre guarde sus rasgos masculinos”.

“Yo prefiero la mujer que parece mujer, y creo que las mujeres prefieren los hombres que parecemos hombres”, señaló.

Rafael Correa vaticinó que por defender la familia y oponerse al aborto “voy a ser el ‘cavernícola’, que no estoy a la vanguardia del pensamiento civilizatorio. A otros con esos cuentos. Todos luchamos por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, pero otra cosa son estos movimientos feministas fundamentalistas que ya buscan que hombres y mujeres sean igualitos”.

“Y les insisto, esa ideología, para mí, es peligrosísima”, remarcó, y advirtió que “no son teoría, es pura y dura ideología, muchas veces para justificar el modo de vida de aquellos que generan esas ideologías. Que los respetamos como personas, pero no compartimos en absoluto esas barbaridades que académicamente sí lo puedo decir, son barbaridades que no soportan el menor análisis y que destruyen la base de la sociedad, que sigue siendo la familia convencional”.

Correa, quien se considera un político de izquierda, criticó a los sectores que consideran que “quien no se adscribe a estas cosas no es de izquierda, si uno no es pro aborto no es de izquierda”.

“Eso no tiene nada que ver con izquierda o derecha, son barbaridades”, denunció.

“Me van a decir conservador por creer en la familia, bueno, creo en la familia, y creo que esta ideología de género, estas novelerías, destruyen la familia convencional que sigue siendo, y creo que seguirá siendo, felizmente, la base de nuestra sociedad”, señaló.

Tal y como enfatizó el presidente de Ecuador, la reelaboración del significado del género, no resiste un análisis científico, por eso se difunde como una ideología necesariamente impuesta. El meollo del problema es que su imposición traería un cambio antropológico a ultranza, ya que es imposible borrar por un decreto las diferencias que existen entre hombre y mujer.

Varias entidades internacionales públicas y privadas contribuyen a generar tal cambio. Una de ellas es la propia ONU, siendo esto patente en algunas resoluciones que se han adoptado desde la Conferencia de la Mujer en Pekín celebrada en 1995, ratificadas y profundizadas en “Pekin+15″ celebrada en 2010, cuando se creó una agencia especial de la ONU para asuntos vinculados con el género. Entre las privadas, se encuentran varias representativas del núcleo de poder anglo-americano; por ejemplo, es notable por la influencia que ejerce tanto en los programas especiales de la ONU, como en otras actividades, la Federación Internacional de Paternidad Planificada (IPPF en sus siglas en inglés), veterana de los programas maltusianos de reducción de la población, desde que fue creada en la década de los 1940, por iniciativa de personajes de alto calibre, entre ellos Prescott Bush, el padre de George Bush (padre).

No obstante, la mayoría de los gobiernos, sin importar su coloración política, forzados, o por convicción, han incorporado, oficialmente, aquellos nuevos parámetros culturales mencionados al inicio, convirtiéndolos en la vara de medir de la democracia moderna. Es hasta necio reafirmar que: claramente existen diferencias entre el hombre y la mujer, y su igualdad se encuentra en la dignidad. En aras del buen gobierno volvamos al ¡realismo antropológico!

Silvia Palacios es miembro del Movimiento de Solidaridad Iberoamericana.

1 comentario:

  1. Excelente!! Mis felicitaciones a Silvia Palacios, necesitamos que se produzca más de esta clase de opiniones que combaten valientemente las mentiras del relativismo cultural propio del liberalismo que desea destruir las bases morales y culturales de la sociedad para poder imponer más fácilmente su dictadura y control económico (y por tanto su control político, social, cultural, etc.).

    Triste que sectores de izquierda y del feminismo que se creen anti-sistema defiendan estas locuras que crea la élite.

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