Las Cruzadas fueron una respuesta razonable a la violencia islámica sin control

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Angelo Stagnaro. 
 
No hay nada que una persona diga que sirva mejor para convencerme de su ignorancia que cuando usa de manera negativa la palabra "Cruzada". Las personas que creen que las Cruzadas fueron de alguna manera "malas" inevitablemente ignoran por completo, e imperdonablemente, las historias cristianas y musulmanas, y mucho menos el tratamiento infame y bárbaro que sufrieron los cristianos bajo los ejércitos musulmanes invasores en España, Portugal y Francia entre el los años 711 al 1492.

Las Cruzadas no fueron iniciadas alevosamente por los Cristianos ni por la Iglesia. En cambio, éstas fueron el producto de respuestas lentas, medidas, morales, razonables y racionales a la invasión y colonización islámica violenta y sin control. En todo caso, las Cruzadas fueron supremamente santas en comparación con las guerras egoístas y llenas de odio iniciadas por los ateos entre los siglos XVIII y XXI. Las Cruzadas comenzaron a proteger a cristianos inocentes de ser asesinados. Los ateos comienzan guerras porque odian, están celosos y porque desean poder. Para ser claros, cada guerra iniciada por los musulmanes ha sido, de hecho, una carnicería de inspiración religiosa, pero esto no significa que todas las demás guerras fueran de naturaleza religiosa. El Islam enseña que la guerra está perfectamente en consonancia con la naturaleza caprichosa y vengativa de Alá.

Cuando las cruzadas comenzaron en el año 1099, los ejércitos musulmanes invasores habían asesinado a miles de cristianos en el Levante, Oriente Medio, Arabia Saudita, España, Portugal, Francia e Italia. Un 90% del territorio cristiano había sido invadido y anexado injustamente. Y bajo el azote de sus señores musulmanes "pacíficos", los cristianos fueron esclavizados, violados, obligados a pagar el impuesto extorsionista conocido como jizya, obligados a convertirse a su “pacífica” religión, ejecutados sumariamente por ninguna otra razón que la de que ellos eran cristianos en una país antiguamente cristiano tomado injustamente por malvados musulmanes. De hecho, los musulmanes habían controlado España y Portugal durante 400 años antes de que la Iglesia Católica se diera cuenta de que los musulmanes no solo querían las tierras y las riquezas cristianas, sino que también querían esclavizar y destruir las almas cristianas.

Para reforzar este punto, consideremos el comportamiento de los musulmanes en España dos siglos antes de la Primera Cruzada. Los Mártires Cristianos de Córdoba del siglo IX murieron como resultado de una campaña no violenta durante el período carolingio temprano en Córdoba, España, la sede del poder de las fuerzas invasoras musulmanas. En el momento de su martirio, la mayor parte de la Península Ibérica estaba bajo control musulmán desde el siglo anterior. Como respuesta a las escandalosas violaciones de los derechos humanos, un grupo de cristianos que vivían en Córdoba iniciaron un movimiento pacifista que demostró sin lugar a dudas que el Islam nunca ha sido una "religión de paz".

A pesar de los esfuerzos administrativos a gran escala por parte de los ejércitos musulmanes invasores para obligar a los españoles y portugueses cristianos a convertirse al Islam, bajo amenazas de violencia y jizya, solo los muy pobres fueron influenciados, simplemente porque no podían pagar los impuestos exorbitantes que les impusieron y temían que sus hijos fueran vendidos como esclavos sexuales por parte de los musulmanes.

El mal perpetrado por los musulmanes estimuló un renacimiento cristiano dentro de la España ocupada por los musulmanes y Portugal. Sin embargo, para el año 850, el gobierno con sede en Córdoba enfrentó a esta resistencia cristiana con un pogromo horrible, pero, a pesar del terror desatado contra los cristianos, muy pocos se convirtieron al Islam. En abril de 850, los musulmanes arrestaron a un sacerdote católico llamado Perfectus y lo acusaron de insultar a Mahoma y posteriormente lo asesinaron. El asesinato de San Perfectus no resultó en disturbios violentos, sino en manifestaciones cristianas generalizadas de no violencia y no cooperación. Los cristianos acudieron a las principales plazas de Córdoba y denunciaron el Islam y su fundador Mohammed señalando que la religión no se basaba en la paz. Muchos de estos cristianos, clérigos, monjes, monjas, laicos, apóstatas musulmanes (cristianos arrepentidos que se convirtieron al Islam y luego volvieron al cristianismo) fueron arrestados y torturados, pero las protestas no violentas continuaron hasta el año 852, año en que murió el gobernante invasor local Emir Abd al-Rahman. El Emir Mohammed I (852-856) lo sucedió, pero los pacifistas cristianos cobraron impulso. Los líderes de la iglesia, enfrentados con la rebelión no violenta fuera de control en Córdoba y por una violenta en Toledo, convocaron un consejo en Córdoba para poner fin a la confrontación. En diciembre del año 852, el concilio honró a los caídos como mártires, pero llamó a los cristianos a evitar más confrontaciones que pudieran resultar en su muerte. El historiador de la Iglesia Eulogio de Cordoba compuso su Memoriale sanctorum (Memorial de los Santos) y Alvarus la primera parte del Indiculus luminosus (La Lista de los Notables).

En junio del año 853, cinco funcionarios Cristianos se presentaron para proclamar su fe. El Emir estaba abrumado por la fe de los cristianos y amenazó con masacrar a todos los hombres cristianos y vender a las mujeres cristianas para la prostitución. Aunque se retractó de esta amenaza inicial, el Emir purgó a todos los cristianos del gobierno, impuso impuestos severos (es decir, jizya) destruyó iglesias, monasterios y escuelas y lanzó una conversión forzada masiva de la población cristiana al Islam. Sin embargo, en el año 854, Alvarus publicó la segunda parte de su Indiculus luminosus que condenó a Mahoma y lo equiparó con el Anticristo del Apocalipsis (1 Jn 2, 18-22, 4, 3, 2 Jn 1, 7, Ap. 16, 13, 19, 20, 20, 10). En el año 855, los cristianos volvieron a hablar contra los invasores islámicos en las plazas públicas y ante los magistrados, instando a los musulmanes a convertirse al cristianismo. Por esto, fueron martirizados sin control, pero esto no frenó la avalancha de cristianos ansiosos por dar testimonio de la fe. Eulogio fue ejecutado en el año 859 y con su muerte llegó el final del movimiento de martirio. Sin embargo, la muerte de miles de cristianos sirvió para revitalizar a los cruzados que luchaban en la Reconquista en las tierras desocupadas de España y Portugal.

Así, los cristianos, nativos de su propio país, eligieron bendecir y orar por sus perseguidores, pacíficamente y sin violencia, como el Maestro mismo nos enseñó:

"Yo les digo a ustedes que me escuchan: amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, 28. bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los maltratan. 29. Al que te golpea en una mejilla, preséntale también la otra. Al que te arrebata el manto, entrégale también el vestido. 30. Da al que te pide, y al que te quita lo tuyo, no se lo reclames. 31. Traten a los demás como quieren que ellos les traten a ustedes. 32. Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? Hasta los malos aman a los que los aman. 33. Y si hacen bien a los que les hacen bien, ¿qué gracia tiene? También los pecadores obran así."
(San Lucas 6, 27-33)

Para comprender completamente la diferencia de mentalidad entre la actitud pacifista y no violenta de los Mártires Cristianos de Córdoba y sus violentos y opresivos señores musulmanes, debemos yuxtaponer la defensa del legalista musulmán al-Razi de la jizya, el impuesto exorbitante y opresivo impuesto contra los Cristianos y Judios, a las sabias palabras del Redentor citadas anteriormente:

"La intención de tomar la jizya no es aprobar la incredulidad de los no musulmanes en el Islam, sino más bien perdonarles la vida y darles algo de tiempo; con la esperanza de que durante el mismo; podrían detenerse para reflexionar sobre las virtudes del Islam y sus argumentos convincentes y, en consecuencia, pasar de la incredulidad a la creencia. Por eso es importante pagar la jizya con humillación y servilismo, porque, naturalmente, cualquier persona sensata no puede soportar la humillación y el servilismo. Entonces, si al incrédulo se le da algo de tiempo observando el orgullo del Islam y escuchando evidencias de su autenticidad, aparentemente esto podría llevarlo a convertirse al Islam y esa es la razón principal detrás de la promulgación de la jizya". (Tafsir al-Kabir. Corán 9, 29)

"... porque, naturalmente, cualquier persona sensata no puede soportar la humillación y el servilismo". Por lo tanto, según la propia admisión de este erudito musulmán, el Islam no está abierto a la posibilidad de humildad y servicio humilde a los demás; estas no son virtudes ensalzadas por el Islam, ya que ninguna "persona sensata" las practicaría, las dos virtudes que Cristo exige de sus seguidores

El Islam y el Cristianismo no tienen nada en común aparte de su monoteísmo pero, considerando sus valores, claramente las dos religiones no adoran a la misma Deidad. El Islam es ciertamente la causa de muchas guerras. El cristianismo no lo es.

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