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1 de Los Macabeos, capítulo 3 (Biblia Católica en Línea)

  1 de Los Macabeos capítulo 3 (Versión: Biblia de Jerusalén)

1 de Los Macabeos, capítulo 3
 

1 de Los Macabeos, 3 - Biblia Católica

1.Se levantó en su lugar su hijo Judas, llamado Macabeo.

2.Todos sus hermanos y los que habían seguido a su padre le ofrecieron apoyo y sostuvieron con entusiasmo la guerra de Israel.

3.El dilató la gloria de su pueblo; como gigante revistió la coraza y se ciñó sus armas de guerra. Empeñó batallas, protegiendo al ejército con su espada,

4.semejante al león en sus hazañas, como cachorro que ruge sobre su presa.

5.Persiguió a los impíos hasta sus rincones, dio a las llamas a los perturbadores de su pueblo.

6.Por el miedo que les infundía, se apocaron los impíos, se sobresaltaron todos los que obraban la iniquidad; la liberación en su mano alcanzó feliz éxito.

7.Amargó a muchos reyes, regocijó a Jacob con sus hazañas; su recuerdo será eternamente bendecido.

8.Recorrió las ciudades de Judá, exterminó de ellas a los impíos y apartó de Israel la Cólera.

9.Su nombre llegó a los confines de la tierra y reunió a los que estaban perdidos.

10.Apolonio reunió gentiles y una numerosa fuerza de Samaría para llevar la guerra a Israel.

11.Judas, al tener noticia de ello, salió a su encuentro, le venció y le mató. Muchos sucumbieron y los demás se dieron a la fuga.

12.Recogido el botín, Judas tomó para sí la espada de Apolonio y en adelante entró siempre en combate con ella.

13.Serón, general del ejército de Siria, al saber que Judas había congregado en torno suyo una multitud de fieles y gente de guerra,

14.se dijo: «Conseguiré un nombre y alcanzaré gloria en el reino atacando a Judas y a los suyos, que desprecian las órdenes del rey.»

15.Partió, pues, a su vez, y subió con él una poderosa tropa de impíos para ayudarle a tomar venganza de los hijos de Israel.

16.Cuando se aproximaba a la subida de Bet Jorón, le salió al encuentro Judas con unos pocos hombres.

17.Al ver éstos el ejército que se les venía encima, dijeron a Judas: «¿Cómo podremos combatir, siendo tan pocos, con una multitud tan poderosa? Además estamos extenuados por no haber comido hoy en todo el día.»

18.Judas respondió: «Es fácil que una multitud caiga en manos de unos pocos. Al Cielo le da lo mismo salvar con muchos que con pocos;


19.que en la guerra no depende la victoria de la muchedumbre del ejército, sino de la fuerza que viene del Cielo.


20.Ellos vienen contra nosotros rebosando insolencia e impiedad con intención de destruirnos a nosotros, a nuestras mujeres y a nuestros hijos, y hacerse con nuestros despojos;

21.nosotros, en cambio, combatimos por nuestras vidas y nuestras leyes;

22.El les quebrantará ante nosotros; no les temáis.»

23.Cuando acabó de hablar, se lanzó de improviso sobre ellos y Serón y su ejército fueron derrotados ante él.

24.Les persiguieron por la pendiente de Bet Jorón hasta la llanura. Unos ochocientos sucumbieron y los restantes huyeron al país de los filisteos.


25.Comenzó a cundir el miedo a Judas y sus hermanos y el espanto se apoderó de los gentiles circunvecinos.


26.Su nombre llegó hasta el rey y en todos los pueblos se comentaban las batallas de Judas.

27.El rey Antíoco, al oír esto, se encendió en violenta ira; mandó juntar las fuerzas todas de su reino, un ejército poderosísimo;

28.abrió su tesoro y dio a las tropas la soldada de un año con la orden de que estuviesen preparadas a todo evento.

29.Entonces advirtió que se le había acabado el dinero del tesoro y que los tributos de la región eran escasos, debido a las revueltas y calamidades que él había provocado en el país al suprimir las leyes en vigor desde los primeros tiempos.

30.Temió no tener, como otras veces, para los gastos y para los donativos que solía antes prodigar con larga mano, superando en ello a los reyes que le precedieron.

31.Hallándose, pues, en tan grave aprieto, resolvió ir a Persia a recoger los tributos de aquellas provincias y reunir mucho dinero.


32.Dejó a Lisias, personaje de la nobleza y de la familia real, al frente de los negocios del rey desde el río Eufrates hasta la frontera de Egipto;


33.le confió la tutela de su hijo Antíoco hasta su vuelta;

34.puso a su disposición la mitad de sus tropas y los elefantes, y le dio orden de ejecutar cuanto había resuelto. En lo que tocaba a los habitantes de Judea y Jerusalén,

35.debía enviar contra ellos un ejército que quebrantara y deshiciera las fuerzas de Israel y lo que quedaba de Jerusalén hasta borrar su recuerdo del lugar.


36.Luego establecería extranjeros en todo su territorio y repartiría entre ellos sus tierras.

37.El rey, tomando consigo la otra mitad del ejército, partió de Antioquía, capital de su reino, el año 147. Atravesó el río Eufrates y prosiguió su marcha a través de la región alta.

38.Lisias eligió a Tolomeo, hijo de Dorimeno, a Nicanor y a Gorgias, hombres poderosos entre los amigos del rey,


39.y les envió con 40.000 infantes y 7.000 de a caballo a invadir el país de Judá y arrasarlo, como lo había mandado el rey.


40.Partieron con todo su ejército, llegaron y acamparon cerca de Emaús, en la Tierra Baja.


41.Los mercaderes de la región, que oyeron hablar de ellos, tomaron grandes sumas de plata y oro, además de grilletes, y se fueron al campamento con intención de adquirir como esclavos a los hijos de Israel. Se les unió también una fuerza de Idumea y del país de los filisteos.

42.Judas y sus hermanos comprendieron que la situación era grave: el ejército estaba acampado dentro de su territorio y conocían la consigna del rey de destruir el pueblo y acabar con él.

43.Y se dijeron unos a otros: «Levantemos a nuestro pueblo de la ruina y luchemos por nuestro pueblo y por el Lugar Santo.»

44.Se convocó la asamblea para prepararse a la guerra, hacer oración y pedir piedad y misericordia.

45.Pero Jerusalén estaba despoblada como un desierto, ninguno de sus hijos entraba ni salía; conculcado el santuario, hijos de extraños en la Ciudadela, convertida en albergue de gentiles. Había desaparecido la alegría de Jacob, la flauta y la lira habían enmudecido.

46.Por eso, una vez reunidos, se fueron a Masfá, frente a Jerusalén, porque tiempos atrás había habido en Masfá un lugar de oración para Israel.

47.Ayunaron aquel día, se vistieron de sayal, esparcieron ceniza sobre la cabeza y rasgaron sus vestidos.

48.Desenrollaron el libro de la Ley para buscar en él lo que los gentiles consultan a las imágenes de sus ídolos.

49.Trajeron los ornamentos sacerdotales, las primicias y los diezmos, e hicieron comparecer a los nazireos que habían cumplido el tiempo de su voto.

50.Levantaron sus clamores al Cielo diciendo: «¿Qué haremos con éstos? ¿A dónde los llevaremos?

51.Tu Lugar Santo está conculcado y profanado, tus sacerdotes en duelo y humillación,

52.y ahí están los gentiles coligados contra nosotros para exterminarnos. Tú conoces lo que traman contra nosotros.

53.¿Cómo podremos resistir frente a ellos si no acudes en nuestro auxilio?»

54.Hicieron sonar las trompetas y prorrumpieron en grandes gritos.

55.A continuación, Judas nombró jefes del pueblo: jefes de mil hombres, de cien, de cincuenta y de diez.

56.A los que estaban construyendo casas, a los que acababan de casarse o de plantar viñas y a los cobardes, les mandó, conforme a la Ley, que se volvieran a sus casas.

57.Luego, se puso en marcha el ejército y acamparon al sur de Emaús.

58.Judas les dijo: «Preparaos, revestíos de valor y estad dispuestos mañana temprano para entrar en batalla con estos gentiles que se han coligado contra nosotros para destruirnos y destruir nuestro Lugar Santo.

59.Porque es mejor morir combatiendo que estarnos mirando las desdichas de nuestra nación y del Lugar Santo.

60.Lo que el Cielo tenga dispuesto, lo cumplirá.»


1 de Los Macabeos, capítulo 2 (Biblia Católica en Línea)

 1 de Los Macabeos capítulo 2 (Versión: Biblia de Jerusalén)

1 de Los Macabeos, capítulo 2
 

1 de Los Macabeos, 2 - Biblia Católica

1.Por aquel tiempo, Matatías, hijo de Juan, hijo de Simeón, sacerdote del linaje de Yehoyarib, dejó Jerusalén y fue a establecerse en Modín.

2.Tenía cinco hijos: Juan, por sobrenombre Gaddí;

3.Simón, llamado Tasí;

4.Judas, llamado Macabeo;

5.Eleazar, llamado Avarán; y Jonatán, llamado Affús.

6.Al ver las impiedades que en Judá y en Jerusalén se cometían,

7.exclamó: «¡Ay de mí! ¿He nacido para ver la ruina de mi pueblo y la ruina de la ciudad santa, y para estarme allí cuando es entregada en manos de enemigos y su santuario en poder de extraños?

8.Ha quedado su Templo como hombre sin honor,

9.los objetos que eran su gloria, llevados como botín, muertos en las plazas sus niños, y sus jóvenes por espada enemiga.

10.¿Qué pueblo no ha venido a heredar su reino

11.y a entrar en posesión de sus despojos? Todos sus adornos le han sido arrancados y de libre que era, ha pasado a ser esclava.

12.Mirad nuestro santuario, nuestra hermosura y nuestra gloria, convertido en desierto, miradlo profanado de los gentiles.

13.¿Para qué vivir más?»

14.Matatías y sus hijos rasgaron sus vestidos, se vistieron de sayal y se entregaron a un profundo dolor.

15.Los enviados del rey, encargados de imponer la apostasía, llegaron a la ciudad de Modín para los sacrificios.

16.Muchos israelitas acudieron donde ellos. También Matatías y sus hijos fueron convocados.

17.Tomando entonces la palabra los enviados del rey, se dirigieron a Matatías y le dijeron: «Tú eres jefe ilustre y poderoso en esta ciudad y estás bien apoyado de hijos y hermanos.

18.Acércate, pues, el primero y cumple la orden del rey, como la han cumplido todas las naciones, los notables de Judá y los que han quedado en Jerusalén. Entonces tú y tus hijos seréis contados entre los amigos del rey, y os veréis honrados, tú y tus hijos, con plata, oro y muchas dádivas.»

19.Matatías contestó con fuerte voz: «Aunque todas las naciones que forman el imperio del rey le obedezcan hasta abandonar cada uno el culto de sus padres y acaten sus órdenes,

20.yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos en la alianza de nuestros padres.

21.El Cielo nos guarde de abandonar la Ley y los preceptos.

22.No obedeceremos las órdenes del rey para desviarnos de nuestro culto ni a la derecha ni a la izquierda.»

23.Apenas había concluido de pronunciar estas palabras, cuando un judío se adelantó, a la vista de todos, para sacrificar en el altar de Modín, conforme al decreto real.

24.Al verle Matatías, se inflamó en celo y se estremecieron sus entrañas. Encendido en justa cólera, corrió y le degolló sobre el altar.

25.Al punto mató también al enviado del rey que obligaba a sacrificar y destruyó el altar.

26.Emuló en su celo por la Ley la gesta de Pinjás contra Zimrí, el hijo de Salú.

27.Luego, con fuerte voz, gritó Matatías por la ciudad: «Todo aquel que sienta celo por la Ley y mantenga la alianza, que me siga.»

28.Y dejando en la ciudad cuanto poseían, huyeron él y sus hijos a las montañas.

29.Por entonces muchos, preocupados por la justicia y la equidad, bajaron al desierto para establecerse allí

30.con sus mujeres, sus hijos y sus ganados, porque los males duramente les oprimían.

31.La gente del rey y la tropa que estaba en Jerusalén, en la Ciudad de David, recibieron la denuncia de que unos hombres que habían rechazado el mandato del rey habían bajado a los lugares ocultos del desierto.

32.Muchos corrieron tras ellos y los alcanzaron. Los cercaron y se prepararon para atacarles el día del sábado.

33.Les dijeron: «Basta ya, salid, obedeced la orden del rey y salvaréis vuestras vidas.»

34.Ellos les contestaron: «No saldremos ni obedeceremos la orden del rey de profanar el día de sábado.»

35.Asaltados al instante,

36.no replicaron ni arrojando piedras ni atrincherando sus cuevas. Dijeron:

37.«Muramos todos en nuestra rectitud. El cielo y la tierra nos son testigos de que nos matáis injustamente.»

38.Les atacaron, pues, en sábado y murieron ellos, sus mujeres, hijos y ganados: unas mil personas.

39.Lo supieron Matatías y sus amigos y sintieron por ellos gran pesar.

40.Pero se dijeron: «Si todos nos comportamos como nuestros hermanos y no peleamos contra los gentiles por nuestras vidas y nuestras costumbres, muy pronto nos exterminarán de la tierra.»

41.Aquel mismo día tomaron el siguiente acuerdo: «A todo aquel que venga a atacarnos en día de sábado, le haremos frente para no morir todos como murieron nuestros hermanos en las cuevas.»

42.Se les unió por entonces el grupo de los asideos, israelitas valientes y entregados de corazón a la Ley.

43.Además, todos aquellos que querían escapar de los males, se les juntaron y les ofrecieron su apoyo.

44.Formaron así un ejército e hirieron en su ira a los pecadores, y a los impíos en su furor. Los restantes tuvieron que huir a tierra de gentiles buscando su salvación.

45.Matatías y sus amigos hicieron correrías destruyendo altares,

46.obligando a circuncidar cuantos niños incircuncisos hallaron en el territorio de Israel

47.y persiguiendo a los insolentes. La empresa prosperó en sus manos:

48.arrancaron la Ley de mano de gentiles y reyes, y no consintieron que el pecador se impusiera.

49.Los días de Matatías se acercaban a su fin. Dijo entonces a sus hijos: «Ahora reina la insolencia y la reprobación, es tiempo de ruina y de violenta Cólera.

50.Ahora, hijos, mostrad vuestro celo por la Ley; dad vuestra vida por la alianza de nuestros padres.

51.Recordad las gestas que en su tiempo nuestros padres realizaron; alcanzaréis inmensa gloria, inmortal nombre.

52.¿No fue hallado Abraham fiel en la prueba y se le reputó por justicia?

53.José, en el tiempo de su angustia, observó la Ley y vino a ser señor de Egipto.

54.Pinjás, nuestro padre, por su ardiente celo, alcanzó la alianza de un sacerdocio eterno.

55.Josué, por cumplir su mandato, llegó a ser juez en Israel.

56.Caleb, por su testimonio en la asamblea, obtuvo una herencia en esta tierra.

57.David, por su piedad, heredó un trono real para siempre.

58.Elías, por su ardiente celo por la Ley, fue arrebatado al cielo.

59.Ananías, Azarías, Misael, por haber tenido confianza, se salvaron de las llamas.

60.Daniel por su rectitud, escapó de las fauces de los leones.

61.Advertid, pues, que de generación en generación todos los que esperan en El jamás sucumben.

62.No temáis amenazas de hombre pecador: su gloria parará en estiércol y gusanos;

63.estará hoy encumbrado y mañana no se le encontrará: habrá vuelto a su polvo y sus maquinaciones se desvanecerán.

64.Hijos, sed fuertes y manteneos firmes en la Ley, que en ella hallaréis gloria.

65.Ahí tenéis a Simeón, vuestro hermano. Sé que es hombre sensato; escuchadle siempre: él será vuestro padre.

66.Tenéis a Judas Macabeo, valiente desde su mocedad: él será jefe de vuestro ejército y dirigirá la guerra contra los pueblos.

67.Vosotros, atraeos a cuantos obervan la Ley, vengad a vuestro pueblo,

68.devolved a los gentiles el mal que os han hecho y observad los preceptos de la Ley.»

69.A continuación, les bendijo y fue a reunirse con sus padres.

70.Murió el año 146 y fue sepultado en Modín, en el sepulcro de sus padres. Todo Israel hizo gran duelo por él.


1 de Los Macabeos, capítulo 1 (Biblia Católica en Línea)

1 de Los Macabeos capítulo 1 (Versión: Biblia de Jerusalén)

1 de Los Macabeos, capítulo 1
 

1 de Los Macabeos 1 - Biblia Católica

1.Alejandro de Macedonia, hijo de Filipo, partió del país de Kittim, derrotó a Darío, rey de los persas y los medos, y reinó en su lugar, empezando por la Hélada.

2.Suscitó muchas guerras, se apoderó de plazas fuertes y dio muerte a reyes de la tierra.

3.Avanzó hasta los confines del mundo y se hizo con el botín de multitud de pueblos. La tierra enmudeció en su presencia y su corazón se ensoberbeció y se llenó de orgullo.

4.Juntó un ejército potentísimo y ejerció el mando sobre tierras, pueblos y príncipes, que le pagaban tributo.

5.Después, cayó enfermo y cononció que se moría.

6.Hizo llamar entonces a sus servidores, a los nobles que con él se habían criado desde su juventud, y antes de morir, repartió entre ellos su reino.

7.Reinó Alejandro doce años y murió.

8.Sus servidores entraron en posesión del poder, cada uno en su región.

9.Todos a su muerte se ciñeron la diadema y sus hijos después de ellos durante largos años; y multiplicaron los males sobre la tierra.

10.De ellos surgió un renuevo pecador, Antíoco Epífanes, hijo del rey Antíoco, que había estado como rehén en Roma. Subió al trono el año 137 del imperio de los griegos.

11.En aquellos días surgieron de Israel unos hijos rebeldes que sedujeron a muchos diciendo: «Vamos, concertemos alianza con los pueblos que nos rodean, porque desde que nos separamos de ellos, nos han sobrevenido muchos males.»

12.Estas palabras parecieron bien a sus ojos,

13.y algunos del pueblo se apresuraron a acudir donde el rey y obtuvieron de él autorización para seguir las costumbres de los gentiles.

14.En consecuencia, levantaron en Jerusalén un gimnasio al uso de los paganos,

15.rehicieron sus prepucios, renegaron de la alianza santa para atarse al yugo de los gentiles, y se vendieron para obrar el mal.

16.Antíoco, una vez asentado en el reino, concibió el proyecto de reinar sobre el país de Egipto para ser rey de ambos reinos.

17.Con un fuerte ejército, con carros, elefantes, (jinetes) y numerosa flota, entró en Egipto

18.y trabó batalla con el rey de Egipto, Tolomeo. Tolomeo rehuyó su presencia y huyó; muchos cayeron heridos.

19.Ocuparon las ciudades fuertes de Egipto y Antíoco se alzó con los despojos del país.

20.El año 143, después de vencer a Egipto, emprendió el camino de regreso. Subió contra Israel y llegó a Jerusalén con un fuerte ejército.

21.Entró con insolencia en el santuario y se llevó el altar de oro, el candelabro de la luz con todos sus accesorios,

22.la mesa de la proposición, los vasos de las libaciones, las copas, los incensarios de oro, la cortina, las coronas, y arrancó todo el decorado de oro que recubría la fachada del Templo.

23.Se apropió también de la plata, oro, objetos de valor y de cuantos tesoros ocultos pudo encontrar.

24.Tomándolo todo, partió para su tierra después de derramar mucha sangre y de hablar con gran insolencia.

25.En todo el país hubo gran duelo por Israel.

26.Jefes y ancianos gimieron, languidecieron doncellas y jóvenes, la belleza de las mujeres se marchitó.

27.El recién casado entonó un canto de dolor, sentada en el lecho nupcial, la esposa lloraba.

28.Se estremeció la tierra por sus habitantes, y toda la casa de Jacob se cubrió de vergüenza.

29.Dos años después, envió el rey a las ciudades de Judá al Misarca, que se presentó en Jerusalén con un fuerte ejército.

30.Habló dolosamente palabras de paz y cuando se hubo ganado la confianza, cayó de repente sobre la ciudad y le asestó un duro golpe matando a muchos del pueblo de Israel.

31.Saqueó la ciudad, la incendió y arrasó sus casas y la muralla que la rodeaba.

32.Sus hombres hicieron cautivos a mujeres y niños y se adueñaron del ganado.

33.Después reconstruyeron la Ciudad de David con una muralla grande y fuerte, con torres poderosas, y la hicieron su Ciudadela.

34.Establecieron allí una raza pecadora de rebeldes, que en ella se hicieron fuertes.

35.La proveyeron de armas y vituallas y depositaron en ella el botín que habían reunido del saqueo de Jerusalén. Fue un peligroso lazo.

36.Se convirtió en asechanza contra el santuario, en adversario maléfico para Israel en todo tiempo.

37.Derramaron sangre inocente en torno al santuario y lo profanaron.

38.Por ellos los habitantes de Jerusalén huyeron; vino a ser ella habitación de extraños, extraña para los que en ella nacieron, pues sus hijos la abandonaron.

39.Quedó su santuario desolado como un desierto, sus fiestas convertidas en duelo, sus sábados en irrisión, su honor en desprecio.

40.A medida de su gloria creció su deshonor, su grandeza se volvió aflicción.

41.El rey publicó un edicto en todo su reino ordenando que todos formaran un único pueblo

42.y abandonara cada uno sus peculiares costumbres. Los gentiles acataron todos el edicto real

43.y muchos israelitas aceptaron su culto, sacrificaron a los ídolos y profanaron el sábado.

44.También a Jerusalén y a la ciudades de Judá hizo el rey llegar, por medio de mensajeros, el edicto que ordenaba seguir costumbres extrañas al país.

45.Debían suprimir en el santuario holocaustos, sacrificios y libaciones; profanar sábados y fiestas;

46.mancillar el santuario y lo santo;

47.levantar altares, recintos sagrados y templos idolátricos; sacrificar puercos y animales impuros;

48.dejar a sus hijos incircuncisos; volver abominables sus almas con toda clase de impurezas y profanaciones,

49.de modo que olvidasen la Ley y cambiasen todas sus costumbres.

50.El que no obrara conforme a la orden del rey, moriría.

51.En el mismo tono escribió a todo su reino, nombró inspectores para todo el pueblo, y ordenó a las ciudades de Judá que en cada una de ellas se ofrecieran sacrificios.

52.Muchos del pueblo, todos los que abandonaban la Ley, se unieron a ellos. Causaron males al país

53.y obligaron a Israel a ocultarse en toda suerte de refugios.

54.El día quince del mes de Kisléu del año 145 levantó el rey sobre el altar de los holocaustos la Abominación de la desolación. También construyeron altares en las ciudades de alrededor de Judá.

55.A las puertas de las casas y en las plazas quemaban incienso.

56.Rompían y echaban al fuego los libros de la Ley que podían hallar.

57.Al que encontraban con un ejemplar de la Alianza en su poder, o bien descubrían que observaba los preceptos de la Ley, la decisión del rey le condenaba a muerte.

58.Actuaban violentamente contra los israelitas que sorprendían un mes y otro en las ciudades;

59.el día veinticinco de cada mes ofrecían sacrificios en el ara que se alzaba sobre el altar de los holocaustos.

60.A las mujeres que hacían circuncidar a sus hijos las llevaban a la muerte, conforme al edicto,

61.con sus criaturas colgadas al cuello. La misma suerte corrían sus familiares y los que habían efectuado la circuncisión.

62.Muchos en Israel se mantuvieron firmes y se resistieron a comer cosa impura.

63.Prefirieron morir antes que contaminarse con aquella comida y profanar la alianza santa; y murieron.

64.Inmensa fue la Cólera que descargó sobre Israel.

Ester, capítulo 10 (Biblia Católica en Línea)

       Ester, capítulo 10 (Versión: Biblia de Jerusalén)

Ester, capítulo 10
 

Ester 10 - Biblia Católica

1 El rey Asuero impuso un tributo al país y a las islas del mar.

2 Todas las obras de su poder y su vigor y el relato del encumbramiento de Mardoqueo, a quien el rey enalteció, ¿no están escritas en las Crónicas de los reyes de los medos y los persas?

3 Pues el judío Mardoqueo era el segundo después del rey, persona importante entre los judíos, amado por la multitud de sus hermanos, preocupado por el bien de su pueblo y procurador de la paz de su raza. (a) Mardoqueo dijo: '¡De Dios ha venido todo esto! (b) Porque haciendo memoria del sueño que tuve, ninguna de aquellas cosas ha dejado de cumplirse: (c) ni la pequeña fuente, convertida en río, ni la luz, ni el sol, ni el agua abundante. El río es Ester, a quien el rey hizo esposa y reina. (d) Los dragones somos yo y Amán. (e) Los pueblos son los que se reunieron para destruir el nombre judío. (f) Mi pueblo es Israel, que clamó a Dios y fue salvado. Salvó el Señor a su pueblo, el Señor nos liberó de todos estos males; obró Dios grandes señales y prodigios como nunca los hubo en los demás pueblos. (g) Por eso, Dios ha marcado dos suertes: una para su pueblo y otra para los pueblos restantes; (h) y estas dos suertes se han cumplido en la hora, ocasión y día determinados en presencia de Dios y de todos los pueblos. (i) Dios entonces se acordó de su pueblo y dictó sentencia a favor de su heredad; (k) para éstos, los días catorce y quince del mes de Adar serán días de asamblea, de alegría y gozo delante de Dios, por todas las generaciones para siempre, en su pueblo Israel.' 

Nota sobre la traducción griega del libro.

(l) En el año cuarto del reinado de Tolomeo y Cleopatra, Dositeo, que decía ser sacerdote y levita, y su hijo Tolomeo, trajeron la presente carta relativa a los Purim. Aseguraron que era auténtica y que había sido traducida por Lisímaco, hijo de Tolomeo, de la ciudad de Jerusalén.


Ester, capítulo 9 (Biblia Católica en Línea)

      Ester, capítulo 9 (Versión: Biblia de Jerusalén)

Ester, capítulo 9
 

Ester 9 - Biblia Católica

1 Las órdenes del rey fueron ejecutadas en el mes doce, es decir, el mes de Adar, el día trece del mes, el mismo día en que los enemigos de los judíos esperaban aplastarlos; pero la situación cambió y fueron los judíos los que aplastaron a sus enemigos.

2 En todas las provincias del rey Asuero se reunieron los judíos en sus ciudades para poner la mano sobre cuantos habían intentado hacerles mal, sin que nadie les opusiera resistencia, porque el temor se había apoderado de todos los pueblos.

3 Todos los jefes de las provincias, los sátrapas, los inspectores y los funcionarios del rey apoyaron a los judíos, porque todos temían a Mardoqueo,

4 dada su influencia en el palacio real y dado que su fama se había extendido por todas las provincias. De hecho, su poder crecía de día en día.

5 Los judíos pasaron a filo de espada a todos sus enemigos; fue un degüello, un exterminio: hicieron lo que quisieron con sus adversarios.

6 En la ciudadela de Susa los judíos mataron y exterminaron a quinientos hombres,

7 y además a Parsandata, Dalfón, Aspata,

8 Porata, Adalías, Andata,

9 Parmasta, Arisay, Ariday y Yezata,

10 los diez hijos de Amán, hijo de Hamdatá, enemigo de los judíos. Los mataron, pero no saquearon sus bienes.

11 Aquel mismo día llevaron al rey la cifra de los que habían sido muertos en las ciudadela de Susa.

12 Dijo el rey a la reina Ester: 'En la ciudadela de Susa han matado y exterminado los judíos a quinientos hombres y a los diez hijos de Amán. ¿Qué habrán hecho en las restantes provincias del rey? ¿Qué deseas pedir ahora? Pues te será concedido. Se seguirá haciendo lo que tú desees.'

13 Respondió Ester: 'Si al rey le parece bien, que se conceda a los judíos de Susa que puedan actuar mañana según el edicto de hoy; en cuanto a los diez hijos de Amán, que sean colgados de la horca.'

14 Ordenó el rey que se hiciera así; se promulgó la ley en Susa y los diez hijos de Amán fueron colgados.

15 Los judíos de Susa se reunieron también el día catorce del mes de Adar y mataron en Susa a trescientos hombres, pero no saquearon sus bienes.

16 Los judíos de las restantes provincias del rey se reunieron para defender, contra sus enemigos, sus vidas y su seguridad; mataron de entre sus adversarios a setenta y cinco mil, pero no saquearon sus bienes.

17 Ocurrió esto el día trece del mes de Adar y el día catorce descansaron, convirtiéndolo en un día de alegres festines.

18 En cuanto a los judíos de Susa, que se habían reunido los días trece y catorce, descansaron el día quince, convirtiéndolo en un día de alegres festines.

19 Por eso, los judíos diseminados en las ciudades no fortificadas celebran el día catorce del mes de Adar con alegres festines, como día de fiesta, y se intercambian regalos, [mientras que los que habitan en las ciudades celebran su día de gozo y envían regalos a sus vecinos el día quince del mes de Adar.]

20 Mardoqueo consignó por escrito todas estas cosas y envió cartas a los judíos de todas las provincias del rey Asuero, tanto lejanos como próximos,

21 ordenándoles que celebraran todos los años el día catorce y el día quince del mes de Adar,

22 porque en tales días obtuvieron los judíos paz contra sus enemigos, y en este mes la aflicción se trocó en alegría y el llanto en festividad; que los convirtieran en días de alegres festines y mutuos regalos, y de donaciones a los pobres.

23 Los judíos adoptaron esta costumbre, que ya habían comenzado a observar, y acerca de la cual les escribió Mardoqueo:

24 'Amán, hijo de Hamdatá, de Agag, enemigo de todos los judíos, había proyectado exterminar a los judíos y echó el 'Pur', es decir, la suerte, para su ruina y exterminio.

25 Pero cuando se presentó al rey, para hacer ahorcar a Mardoqueo, su proyecto se volvió contra él, y los males que había meditado contra los judíos cayeron sobre su cabeza, siendo ahorcados él y sus hijos.

26 Por esta razón, estos días son llamados 'Purim', de la palabra 'Pur'.' Asimismo, por todo lo relatado en esta carta, por lo que ellos mismos vieron y por lo que se les contó,

27 hicieron los judíos de estos días una institución irrevocable para sí, para sus descendientes y para todos los que se pasaron a ellos, conforme a este escrito y esta fecha, de año en año.

28 Así, estos días de los Purim, conmemorados y celebrados de generación en generación, en todas las familias, en todas las provincias y en todas las ciudades, no desaparecerán de entre los judíos, ni su recuerdo se perderá entre sus descendientes.

29 La reina Ester, hija de Abijail, y el judío Mardoqueo escribieron, con toda su autoridad, para dar fuerza de ley a esta segunda carta de los Purim,

30 y se enviaron cartas a todos los judíos de las ciento veintisiete provincias del rey Asuero, con palabras de paz y fidelidad,

31 para ratificar en su fecha estos días de los Purim, tal como había sido ordenado por el judío Mardoqueo y la reina Ester, y tal como lo habían establecido para sí mismos y para sus descendientes, añadiendo lo tocante a los ayunos y lamentaciones.

32 La orden de Ester fijó la institución de estos Purim, y quedó consignado en el libro.


Ester, capítulo 8 (Biblia Católica en Línea)

     Ester, capítulo 8 (Versión: Biblia de Jerusalén)

Ester, capítulo 8
 

Ester 8 - Biblia Católica

1 Aquel mismo día, el rey Asuero entregó a la reina Ester la hacienda de Amán, el enemigo de los judíos, y Mardoqueo fue presentado al rey, pues Ester le hizo saber lo que él había sido para ella.

2 El rey se sacó el anillo que había mandado quitar a Amán y se lo entregó a Mardoqueo, a quien Ester encargó de la hacienda de Amán.

3 Ester volvió a suplicar al rey, cayendo a sus pies, llorando y ganando su benevolencia, que anulara la maldad de Amán, el de Agag, y los proyectos que había concebido contra los judíos.

4 Extendió el rey el cetro de oro y tocó a Ester, que se puso en pie en presencia del rey.

5 Dijo ella: 'Si al rey le parece bien, y si cuento con su benevolencia, si la petición le parece justa al rey y yo misma soy grata a sus ojos, que se escriba para revocar los decretos escritos por Amán, hijo de Hamdatá, de Agag, y maquinados para hacer perecer a los judíos de todas las provincias del rey.

6 Porque ¿cómo podré yo ver la desgracia que amenaza a mi pueblo y la ruina de mi gente?'

7 El rey Asuero respondió a la reina Ester y al judío Mardoqueo: 'Ya he dado a la reina Ester la hacienda de Amán, a quien he mandado colgar de la horca por haber alzado su mano contra los judíos.

8 Vosotros, por vuestra parte, escribid acerca de los judíos, en nombre del rey, lo que os parezca oportuno, y selladlo con el anillo del rey. Pues todo lo que se escribe en nombre del rey y se sella con su sello es irrevocable.'

9 Fueron convocados al momento los secretarios del rey, en el mes tercero, que es el mes de Siván, el día veintitrés, y escribieron, según las órdenes de Mardoqueo, a los judíos, a los sátrapas, a los inspectores y a los jefes de todas las provincias, desde la India hasta Etiopía, a las ciento veintisiete provincias, a cada provincia según su escritura y a cada pueblo según su lengua, y a los judíos según su lengua y escritura.

10 Escribieron en nombre del rey Asuero y lo sellaron con el anillo del rey. Se enviaron las cartas por medio de correos montados en caballos de las caballerizas reales.

11 En las cartas concedía el rey que los judíos de todas las ciudades pudieran reunirse para defender sus vidas, para exterminar, matar y aniquilar a las gentes de todo pueblo o provincia que los atacaran con las armas, junto con sus hijos y sus mujeres, y para saquear sus bienes,

12 y esto en un mismo día, en todas las provincias del rey Asuero, el trece del mes doce, que es el mes de Adar. [(a) He aquí el texto de la carta: (b) 'El gran rey Asuero, a los sátrapas de las ciento veintisiete provincias comprendidas entre la India y Etiopía, y a todos nuestros fieles súbditos, salud: (c) Hay muchos que, cuanto más abundantes favores reciben de sus bienhechores, tanto más se dejan arrastrar por el orgullo. Y no contentos con tramar la perdición de nuestros súbditos, e incapaces ya de poner límites a su insolencia, llegan a conspirar contra sus propios bienhechores; (d) y no sólo hacen desaparecer la gratitud de entre los hombres, sino que, envanecidos con la jactancia de los que obran el mal, se imaginan que podrán escapar a la justicia de Dios, que odia toda maldad y a la que nada se oculta. (e) Sucede con frecuencia, a muchos de los que detentan la autoridad, que, por haberse dejado influenciar por sus amigos y haber puesto en sus manos la administración de los negocios, se han hecho cómplices de sangre inocente y se han visto arrastrados a desgracias irremediables, (f) pues con perversos razonamientos, nacidos de su maldad, consiguieron engañar la natural nobleza de sentimientos de las autoridades. (g) Y no es necesario, para comprobar todo esto, acudir a las antiguas historias que acabamos de mencionar, sino que basta con observar lo que en nuestra misma presencia lleva a cabo la pestilente ralea de los que indignamente detentan el poder. (h) En consecuencia, nos proponemos procurar, en lo sucesivo, paz y tranquilidad para todos los hombres de nuestro reino, (i) haciendo los cambios oportunos y juzgando las cosas que se nos expongan con espíritu abierto y benevolente. (k) Porque, en efecto, Amán, hijo de Hamdatá, macedonio y, a la verdad, extraño a la raza de los persas y muy alejado de nuestra benevolencia, fue recibido por nosotros como huésped (l) y tratado con la humanidad que nosotros solemos usar con todos los pueblos, a tal punto que era públicamente llamado 'nuestro padre' y había obtenido el segundo puesto en el reino, y todos se postraban ante él. (m) Pero, dominado por su orgullo, intentó arrebatarnos el poder y la vida. (n) Comenzó pidiéndonos, con toda suerte de falaces argumentos, la muerte de Mardoqueo, nuestro salvador y bienhechor continuo, la de Ester, irreprochable compañera de nuestro reino, y la de todo su pueblo, (o) para aislarnos por este medio y poder entregar a los macedonios el imperio de los persas. (p) Pero nosotros hemos comprobado que los judíos, condenados al exterminio por aquel hombre tres veces criminal, no son malhechores, sino que se gobiernan por leyes enteramente justas; (q) y que son hijos del Altísimo, del gran Dios vivo, que, para bien nuestro y de nuestros padres, mantiene el reino en el más floreciente estado. (r) Haréis, pues, bien no teniendo en cuenta las cartas que os ha enviado Amán, hijo de Hamdatá, puesto que el autor de ellas ha sido ahorcado, con toda su familia, a las puertas de Susa: castigo merecido que, sin tardar, le ha enviado Dios, Señor universal. (s) Poned una copia de esta carta en todo lugar público y dejad que los judíos se rijan libremente por sus leyes; prestadles ayuda para que puedan rechazar a cuantos les ataquen el día designado para su destrucción, es decir, el día trece del mes doce, el mes de Adar, (t) porque el Dios, Señor universal, ha mudado en gozo el día destinado a la destrucción y al exterminio de la raza elegida. (u) Cuanto a vosotros, judíos, celebraréis con toda suerte de regocijos este día insigne, como una de vuestras solemnidades, para que ahora y en el futuro sea salvación para vosotros y para los persas de buena voluntad; y a los que se conjuran contra vosotros les sirva de recuerdo de su ruina. (v) Cualquier ciudad, o, en general, cualquier provincia que no se conformare a esto, será implacablemente aniquilada a lanza y fuego, y no sólo será inhabitable para los hombres, sino también odiosa por siempre para las bestias y las aves.']

13 Una copia de este escrito debía ser publicada como ley en todas las provincias y promulgada en todos los pueblos; y los judíos debían estar preparados aquel día para vengarse de sus enemigos.

14 Los correos salieron con celeridad y a toda prisa, empleando los caballos de las caballerizas reales, según la orden del rey; la ley también fue promulgada en la ciudadela de Susa.

15 En cuanto a Mardoqueo, salió de la presencia del rey espléndidamente vestido de púrpura violeta y lino blanco, con una gran diadema de oro y manto de lino fino y púrpura; la ciudad de Susa se llenó de gozo y alegría.

16 Para los judíos todo fue esplendor, alegría, triunfo y gloria.

17 En todas las provincias y ciudades, en los lugares en que se publicaba la orden y edicto del rey, hubo entre los judíos alegría triunfal, banquetes y días de fiesta. Y muchos habitantes del país se hicieron judíos, pues el temor a los judíos se había apoderado de ellos.


Ester, capítulo 7 (Biblia Católica en Línea)

    Ester, capítulo 7 (Versión: Biblia de Jerusalén)

Ester, capítulo 7
 

Ester 7 - Biblia Católica

1 El rey y Amán fueron al banquete de la reina Ester.

2 También el segundo día dijo el rey a Ester, durante el banquete: '¿Qué deseas pedir, reina Ester?, pues te será concedido. ¿Cuál es tu deseo? Aunque fuera la mitad del reino, se cumplirá.'

3 Respondió la reina Ester: 'Si cuento con tu benevolencia, ¡oh rey!, y si al rey le place, concédeme la vida - éste es mi deseo - y la de mi pueblo - ésta es mi petición -.

4 Pues yo y mi pueblo hemos sido vendidos, para ser exterminados, muertos y aniquilados. Si hubiéramos sido vendidos para esclavos y esclavas, aún hubiera callado; mas ahora, el enemigo no podrá compensar al rey por tal pérdida.'

5 Preguntó el rey Asuero a la reina Ester: '¿Quién es, y dónde está el hombre que ha pensado en su corazón ejecutar semejante cosa?'

6 Respondió Ester: '¡El perseguidor y enemigo es Amán, ese miserable!' Amán quedó aterrado en presencia del rey y de la reina.

7 El rey se levantó, lleno de ira, del banquete y se fue al jardín del palacio. Amán se quedó junto a la reina Ester para suplicarle por su vida, porque comprendía que, de parte del rey, se le venía encima la perdición.

8 Cuando el rey volvió del jardín de palacio a la sala del banquete, Amán se había dejado caer sobre el lecho de Ester. El rey exclamó: '¿Es que incluso en mi propio palacio quiere hacer violencia a la reina?' Dio el rey una orden y cubrieron el rostro de Amán.

9 Jarboná, uno de los eunucos que estaban ante el rey, sugirió: 'Precisamente, la horca que Amán había destinado para Mardoqueo, aquel cuyo informe fue tan útil al rey, está preparada en casa de Amán, y tiene cincuenta codos de altura.' Dijo el rey: '¡Colgadle de ella!'

10 Colgaron a Amán de la horca que había levantado para Mardoqueo. Así se aplacó la ira del rey


Ester, capítulo 6 (Biblia Católica en Línea)

   Ester, capítulo 6 (Versión: Biblia de Jerusalén)

Ester, capítulo 6
 

Ester 6 - Biblia Católica

1 Aquella misma noche, no pudiendo el rey conciliar el sueño, mandó que trajeran y leyeran en su presencia el libro de las Memorias, o Crónica.

2 Estaba allí, consignada por escrito, la denuncia que Mardoqueo había hecho contra Bigtán y Teres, los dos eunucos del rey, guardianes del umbral, que habían intentado poner las manos sobre el rey Asuero.

3 Preguntó el rey: '¿Qué honor o dignidad se concedió por esto a Mardoqueo?' Los jóvenes del servicio del rey dijeron: 'No se hizo nada en su favor.'

4 Continuó el rey: '¿Quién está en el atrio?' - Justamente entonces llegaba Amán al atrio exterior de la casa del rey, para pedir al rey que colgaran a Mardoqueo de la horca que él había hecho levantar -.

5 Los jóvenes del servicio del rey le respondieron: 'Es Amán el que está en el atrio.' Dijo el rey: 'Que entre.'

6 Entró, pues, Amán, y el rey le preguntó: '¿Qué debe hacerse al hombre a quien el rey quiere honrar?' Amán pensó: '¿A quién ha de querer honrar el rey, sino a mí?'

7 Respondió, pues, Amán al rey: 'Para el hombre a quien el rey quiere honrar,

8 deben tomarse regias vestiduras que el rey haya vestido, y un caballo que el rey haya montado, y en cuya cabeza se haya puesto una diadema real.

9 Deben darse los vestidos y el caballo a uno de los servidores más principales del rey, para que vista al hombre a quien el rey desea honrar; y le hará cabalgar sobre el caballo por la plaza mayor de la ciudad gritando delante de él: '¡Así se trata al hombre a quien el rey quiere honrar!'

10 Dijo el rey a Amán: 'Toma al momento vestidos y caballo, tal como lo has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, que está en la Puerta Real. No dejes de cumplir ni un solo detalle.'

11 Tomó Amán los vestidos y el caballo, vistió a Mardoqueo y lo paseó a caballo por la plaza mayor de la ciudad, gritando delante de él: '¡Así se trata al hombre a quien el rey quiere honrar!'

12 Después Mardoqueo se quedó en la Puerta Real, mientras Amán regresaba precipitadamente a su casa, entristecido y con la cabeza tapada.

13 Contó Amán a su mujer Zeres y a todos sus amigos cuanto había pasado; sus consejeros y su mujer Zeres le dijeron: 'Si Mardoqueo, ante el que has comenzado a declinar, pertenece al linaje de los judíos, no podrás vencerle, sino que sin remedio caerás ante él.'

14 Todavía estaban hablando con él, cuando llegaron los eunucos del rey y llevaron a Amán rápidamente al banquete preparado por Ester.


Ester, capítulo 5 (Biblia Católica en Línea)

  Ester, capítulo 5 (Versión: Biblia de Jerusalén)

Ester, capítulo 5
 

Ester 5 - Biblia Católica

1 [(a) Al tercer día, y una vez acabada su oración, se despojó de sus vestidos de orante y se vistió de reina. Recobrada su espléndida belleza, invocó a Dios, que vela sobre todos y los salva, y tomando a dos siervas, se apoyó suavemente en una de ellas, mientras la otra la seguía alzando el ruedo del vestido. (b) Iba resplandeciente, en el apogeo de su belleza, con rostro alegre como de enamorada, aunque su corazón estaba oprimido por la angustia. (c) Franqueando todas las puertas, llegó hasta la presencia del rey. Estaba el rey sentado en su trono, revestido de las vestiduras de las ceremonias públicas, cubierto de oro y piedras preciosas y con aspecto verdaderamente impresionante. (d) Alzando su rostro, resplandeciente de gloria, lanzó una mirada tan colmada de ira que la reina se desvaneció; perdió el color y apoyó la cabeza sobre la sierva que la precedía. (e) Mudó entonces Dios el corazón del rey en dulzura, angustiado se precipitó del trono y la tomó en sus brazos y, en tanto ella se recobraba, le dirigía dulces palabras, (f) diciendo: '¿Qué ocurre, Ester? Yo soy tu hermano, ten confianza. No morirás, pues mi mandato sólo alcanza a la gente común. Acércate.']

2 Y tomando el rey el cetro de oro, lo puso sobre el cuello de Ester, y la besó, diciendo: 'Háblame.' [(a) Ella respondió: 'Te he visto, señor, como a un ángel de Dios y mi corazón se turbó ante el temor de tu gloria. Porque eres admirable, señor, y tu rostro está lleno de dignidad.' (b) Y en diciendo esto, se desmayó de nuevo. El rey se turbó, y todos sus cortesanos se esforzaron por reanimarla.]

3 El rey le preguntó: '¿Qué sucede, reina Ester? ¿Qué deseas? Incluso la mitad del reino te será dada.'

4 Respondió Ester: 'Si al rey le place, venga hoy el rey, con Amán, al banquete que le tengo preparado.'

5 Respondió el rey: 'Avisad inmediatamente a Amán para que se cumpla el deseo de Ester.' El rey y Amán fueron al banquete preparado por Ester

6 y, durante el banquete, dijo el rey a Ester: '¿Qué quieres pedir?, pues se te dará. ¿Qué deseas? Hasta la mitad del reino te será concedida.'

7 Ester respondió: '¿Mi petición y mi deseo?

8 Si cuento con la benevolencia del rey, y si al rey le place escuchar mi petición y cumplir mi deseo, que vengan mañana el rey y Amán al banquete que he preparado para ellos. Y haré entonces lo que el rey me pide.'

9 Salió aquel día Amán contento y con alegre corazón; pero, al ver a Mardoqueo en la Puerta Real, que no se levantaba, ni siquiera se movía ante él, se llenó Amán de ira contra Mardoqueo,

10 pero se dominó y, yéndose a su casa, mandó venir a sus amigos y a su mujer Zeres

11 y les habló de su gloria y sus riquezas, de sus muchos hijos y de cómo el rey lo había encumbrado, elevándolo por encima de los jefes y servidores del rey.

12 Y añadió: 'Más aún; la reina Ester me ha invitado a mí solo, junto con el rey, a un banquete que ha preparado; también para mañana estoy invitado por ella, junto con el rey.

13 Pero todo esto nada significa para mí, mientras vea que el judío Mardoqueo sigue sentado a la Puerta Real.'

14 Su mujer Zeres y todos sus amigos le respondieron: 'Manda preparar una horca de cincuenta codos de altura y mañana por la mañana pides al rey que cuelguen de ella a Mardoqueo; así podrás ir satisfecho al banquete con el rey.' Agradó el consejo a Amán y mandó preparar la horca.


Ester, capítulo 4 (Biblia Católica en Línea)

 Ester, capítulo 4 (Versión: Biblia de Jerusalén)

Ester, capítulo 4
 

Ester 4 - Biblia Católica

1.Cuando Mardoqueo supo lo que pasaba, rasgó sus vestidos, se vistió de sayal y ceniza y salió por la ciudad lanzando grandes gemidos,

2.hasta llegar ante la Puerta Real, pues nadie podía pasar la Puerta cubierto de sayal.

3.En todas las provincias, dondequiera que se publicaban la palabra y el edicto real, había entre los judíos gran duelo, ayunos y lágrimas y lamentos, y a muchos el sayal y la ceniza les sirvió de lecho.

4.Las siervas y ennucos de Ester vinieron a comunicárselo. La reina se llenó de angustia y mandó enviar a Mardoqueo vestidos para que se vistiese y se quitase el sayal, pero él no quiso.

5.Llamó Ester a Hatak, uno de los eunucos que el rey había puesto a su servicio, y le envió a Mardoqueo para enterarse de lo que pasaba y a qué obedecía todo aquello.

6.Salió Hatak y fue donde Mardoqueo, que estaba en la plaza de la ciudad que hay frente a la Puerta Real.

7.Mardoqueo le informó de todo cuanto había pasado y de la suma de dinero que Amán había prometido entregar al tesoro real por el exterminio de los judíos.

8.Le dio también una copia del texto del edicto de exterminio publicado en Susa, para que se lo enseñara a Ester y se informara; y ordenó a la reina que se presentase ante el rey, se ganara su favor y suplicara por su pueblo.

9.Regresó Hatak e informó a Ester de las palabras de Mardoqueo.

10.Ester mandó a Hatak que dijera a Mardoqueo:

11.«Todos los servidores del rey y todos los habitantes de las provincias del rey saben que todo hombre o mujer que se presente al rey, en el patio interior, sin haber sido llamado, es condenado a muerte por el edicto, salvo aquel sobre quien el rey extienda su cetro de oro; y hace ya treinta días que yo no he sido llamada a presencia del rey.»

12.Llevó a Mardoqueo la respuesta de Ester

13.y Mardoqueo hizo que le contestara: «No te imagines que por estar en la casa del rey, te vas a librar tú sola entre todos los judíos,

14.porque, si te empeñas en callar en esta ocasión, por otra parte vendrá el socorro de la liberación de los judíos, mientras que tú y la casa de tu padre pereceréis. ¡Quién sabe si precisamente para una ocasión semejante has llegado a ser reina!»

15.Ester mandó que respondieran a Mardoqueo:

16.«Vete a reunir a todos los judíos que hay en Susa y ayunad por mí. No comáis ni bebáis durante tres días y tres noches. También yo y mis siervas ayunaremos. Y así, a pesar de la ley, me presentaré ante el rey; y si tengo que morir, moriré.»

17.Se alejó Mardoqueo y cumplió cuanto Ester le había mandado.


Ester, capítulo 3 (Biblia Católica en Línea)

Ester, capítulo 3 (Versión: Biblia de Jerusalén)

Ester, capítulo 3
 

Ester 3 - Biblia Católica

1.Después de esto, el rey Asuero elevó al poder a Amán, hijo de Hamdatá, del país de Agag; le encumbró y colocó su asiento por encima de todos los dignatarios que estaban con él;

2.todos los servidores del rey, adscritos a la Puerta Real, doblaban la rodilla y se postraban ante Amán, porque así lo había ordenado el rey; pero Mardoqueo ni doblaba la rodilla ni se postraba.

3.Los servidores del rey, adscritos a la Puerta Real, dijeron a Mardoqueo: «¿Por qué traspasas la orden del rey?»

4.Y como se lo repitieran día tras día y él no les hiciera caso, se lo comunicaron a Amán, para ver si Mardoqueo persistía en su palabra, pues les había manifestado que él era judío.

5.Vio Amán que Mardoqueo no doblaba la rodilla ni se postraba ente él, y se llenó de ira.

6.Y cuando le notificaron a qué pueblo pertenecía Mardoqueo, no contentándose con poner la mano sobre él solo, intentó exterminar, junto con él, a todos los judíos de todo el reino de Asuero.

7.El año doce del rey Asuero, el mes primero, que es el mes de Nisán, se sacó el «Pur» (es decir, las suertes) en presencia de Amán, por días y por meses. Salió el doce, que es el mes de Adar.

8.Amán dijo al rey Asuero: «Hay un pueblo disperso y diseminado entre los pueblos de todas las provincias de tu reino, con sus leyes, distintas de las de todos los pueblos, y que no cumplen las leyes reales. No conviene al rey dejarlos en paz.

9.Si el rey juzga conveniente publicar un decreto para exterminarlos, yo haré que se entreguen 10.000 talentos de plata a los intendentes, para que los ingresen en la cámara del tesoro.»

10.El rey sacó el anillo de su dedo, se lo entregó a Amán, hijo de Hamdatá, de Agag, enemigo de los judíos,

11.y dijo el rey a Amán: «La plata, te la regalo; y te regalo también ese pueblo para que hagas lo que te parezca.»

12.El día trece del primer mes fueron convocados los secretarios del rey para escribir, según lo ordenado por Amán, a los sátrapas del rey, a los inspectores de cada provincia y a los jefes de todos los pueblos, a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo según su lengua; se escribió en nombre del rey Asueno, se selló con el anillo del rey,

13.y se enviaron las cartas, por medio de los correos, a todas las provincias del rey, para exterminar, matar y aniquilar a todos los judíos, jóvenes y ancianos, niños y mujeres, y para saquear sus bienes, en el espacio de un solo día, el trece del mes doce, que es el mes de Adar.

14.El texto de este escrito debía ser promulgado como ley en todas las provincias, y fue puesto en conocimiento de todos los pueblos a fin de que estuviesen preparados para aquel día.

15.Por orden del rey, partieron los correos apresuradamente. El decreto fue publicado también en la ciudadela de Susa. Mientras el rey y Amán banqueteaban, en Susa reinaba la consternación.


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