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La fábula del burro vanidoso: sin Dios no somos nada.


EL BURRO VANIDOSO.

Un burro llegó a su casa muy contento, feliz y orgulloso... 


Su madre le preguntó:

-¿por qué tan contento, hijo?

-Madre, cargué a un tal Jesucristo y cuando entramos a Jerusalén todos me decían VIVA, VIVA, SALVE, HOSANNA, HOSANNA, VIVA, VIVA... y me lanzaban flores y ponían palmas de alfombra por donde yo pasaba.
 

Su madre le dijo:

- Hijo, vuelve a la ciudad, pero esta vez no cargues a nadie.
 

Al otro día, el burro fue a la ciudad, y cuando regresó a su casa, iba llorando y muy triste.
  -Madre, no puede ser, pasé desapercibido entre las personas, nadie se fijó en mí, me echaron de la ciudad.

Su madre lo miró fijamente y le dijo: -"Hijo, tú sin Jesús eres solo un burro".
 

MORALEJA: Sin Jesús no somos nada.

Reflexión para los padres: Mientras tú creías que yo no estaba mirando...

Mientras tú creías que yo no estaba mirando, yo vi que:

Pegaste con un imán mi dibujo al refrigerador, por eso de inmediato quise hacer otro.

Le diste de comer a un gatito sin hogar, entonces entendí que a los animales hay que tratarlos con amor y respeto.
 

Cuando tú, mamá, escuchabas, guardabas respeto a papá y contabas con él, entendí que merece la pena ser hombre y tener una mujer al lado.

Cuando tú, papá, protegías, mimabas y defendías a mamá, entendí que una mujer es un tesoro delicado, que hay que amar, defender y guardar con cariño.

Preparaste mi pastel favorito especialmente para mí, así me di cuenta que los pequeños detalles ocultan mucho sentido.

Fuiste a visitar a tu amigo enfermo, y entonces entendí que las personas deben cuidarse mutuamente.

No niegas la ayuda a los necesitados, y comprendí que si tienes tiempo y dinero, hay que ayudar a aquellos que no lo tienen.

Tratas con mucho cuidado nuestra casa y a todos los que vivimos aquí, y entendí que cada persona debe cuidar lo que tiene y lo que quiere.

Incluso cuando te sientes mal, continúas cumpliendo con tus obligaciones, y me di cuenta de lo que significa la responsabilidad.

A veces no pudiste contener las lágrimas, y entendí que en la vida hay tristeza y dolor, y llorar es normal.

Nunca dejas de cuidar de mí, y yo quise cumplir todas tus expectativas y hacer todo lo posible para que te sientas orgulloso de mí.

Mientras tú creías que yo no estaba mirando, aprendía de ti la vida.

Tomé tu ejemplo y traté de ser como tú.

En lo más profundo de mi alma estaba un pequeño adulto que se decía a sí mismo: "Queridos padres, gracias por todo lo que he visto mientras creían que yo no estaba mirando".

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