La hoja de papel arroz en la que se envuelve el tabaco transmite un sutil sabor dulce, por lo que es usual que muchas persona laman (o "chupen", como se diría de manera coloquial) ligeramente el cigarro antes de encenderlo.
Su popular relación con la muerte surge a principios del siglo pasado, en la época de la revolución mexicana. Cuentan los cronistas que los soldados o rebeldes o cualquier otra persona que fuera a ser fusilada, normalmente podían pedir un último deseo, el cual, ante la muerte inminente, casi siempre era fumar un cigarro. Y como en ese momento los cigarros más populares eran los Faros, la probabilidad de que el sentenciado recibiera un cigarrillo Faro era altísima.
Hay otra teoría que indica que las frases "chupar faros" o "ya chupó faros" no habrían surgido durante la revolución mexicana, sino durante la Guerra Cristera, un movimiento armado de católicos que se oponían a las leyes antirreligiosas del gobierno mexicano del liberal y masón Plutarco Elías Calles que terminó en una guerra entre los católicos y el ejercito mexicano en que muchos sacerdotes y otros fieles laicos murieron fusilados, como fue el famoso caso del Padre Miguel Agustín Pro. Esta teoría tiene de su parte que el corazón del movimiento cristero fue el bajío mexicano, los cristeros fueron fuertes principalmente en los Estados de Jalisco y Guanajuato, éste último Estado de donde precisamente son originarios los cigarros Faros, por lo que es de suponer que fuera altamente factible que la persona a ser fusilada recibiera un "faro" antes de su ejecución.
Y de ahí trascendió la frase cuando a alguien le preguntaban por alguna persona y este le respondía: "ese ya chupó faros", haciendo referencia a que había muerto, no importando las circunstancias.
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