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Alfredo Jalife | BlackRock: el mayor inversionista del mundo detrás de la privatización de Pemex

The Economist (7/12/13) se burla de los teóricos de la conspiración a quienes se les escapa BlackRock entre su lista nociva: Pregunten a los teóricos de la conspiración quiénes son los que realmente gobiernan el mundo, y probablemente señalarán a los bancos globales, como Citigroup, Bank of America y JP Morgan, también citarán a gigantes petroleras como ExxonMobil y Shell. O quizá “se enfocarán a las firmas de bienes de consumo que tienen a miles de millones en esclavitud, como Apple, McDonald’s o Nestlé”, pero una firma que probablemente no aparecerá en su lista es BlackRock, un banco de manejo de inversiones cuyo nombre hará sonar pocas campanas fuera de los círculos financieros, pese a que es el mayor accionista de todas (¡súper sic!) las empresas mencionadas.

BlackRock –una transmutación de Blackstone y Evercore Partnership–, la poco conocida entidad financiera de EU descubierta desde hace casi 10 años por Bajo la Lupa (26/9/04 y 26/3/08), maneja azorantemente 15.1 millones de millones de dólares (trillones en anglosajón) de activos bursátiles que la colocan como la máxima inversionista del planeta, según The Economist.

Tal descomunal cifra es muy cercana al PIB (medido nominalmente) de la Unión Europea (el primero del mundo) y al de EU (el segundo) y casi al doble de China.

BlackRock controla la mayoría de las acciones del Grupo Pearson, que a su vez domina a The Economist y a The Financial Times, este último adónde acudieron Peña y Videgaray a obsequiar los hidrocarburos de México.

Los más de 15 millones de millones de dólares se conforman por 4.1 millones de millones en activos bajo manejo (AUM: Assets Under Management) y por otros 11 millones de millones que vigila a través de su plataforma de transacciones Aladino (sic).

Tal cantidad equivale al 7 por ciento de todas (¡súper sic!) las acciones, bonos y préstamos del mundo, alardea su revista controlada que explaya como 17 mil mercaderes en bancos, empresas de seguros, fondos soberanos de riqueza y otros que dependen en parte de los modelos analíticos de BlackRock para guiar (sic) sus inversiones. Por cierto, BlackRock obtuvo el año pasado una ganancia mirifica de 40 por ciento.

Tales 15 millones de millones de dólares convierten a BlackRock en el banco de inversiones mayor a cualquier banco, empresa de seguros, fondo de gobierno o rival de manejo de activos y “sólo maneja casi todo el dinero de los hedge funds (fondos de cobertura de riesgo) y de entidades privadas ( private equity) del mundo”. ¡Vaya megapoder!

Entre las tenencias de BlackRock en las principales 20 empresas del mundo predominan sus activos como máximo inversionista en megabancos y petroleras de EU y Gran Bretaña, lo cual le confiere una enorme influencia, poco conocida por la ciudadanía: ExxonMobil (5.4 por ciento, primer lugar como accionista), Chevron (6.2 por ciento, primer accionista), JP Morgan Chase (6.4 por ciento, primer accionista), WellsFargo/Wachovia (5.4 por ciento, segundo lugar), Shell (4.9 por ciento, primer accionista) –sin contar Apple (5.1 por ciento, primer accionista), Google (5.8 por ciento, segundo accionista) y Microsoft (5.5 por ciento, primer accionista). ¡Súper uf!

Resalta que tres de las cuatro trasnacionales anglosajonas –ExxonMobil, Chevron y Shell, que Bloomberg (9/12/13) da por descontado serán beneficiadas por la entreguista/masoquista Reforma Peña/Videgaray/Aspe– sean controladas por BlackRock, lo cual no dista de mi investigación (Bajo la Lupa, 13/11/13): ExxonMobil, Chevron y Shell.

No se puede soslayar la interconectividad fiduciaria de BlackRock en las grandes petroleras con los otros megabancos de inversiones de EU: The Vanguard Group, BNY Mellon, State Street, Wellington Management y Capital Group Companies, superpotencias financieras que operan lejos de los distractores reflectores.

Más allá de la conocida bidireccionalidad entre las cuatro grandes petroleras y los megabancos anglosajones, también sobresale la asombrosa circularidad intermegabancaria entre BlackRock, Bank of America, WellsFargo/Wachovia, JP Morgan Chase (de la que son y/o fueron miembros corporativos Tony Blair, Zedillo, Bernard Madoff, Lehman Brothers, Bear Stearns, etcétera.

Mucho más inquietante es la red de interconexión multiempresarial de BlackRock, donde despunta su conectividad con los siguientes bancos: Barclays, Bear Stearns, Morgan Stanley, Merrill Lynch, First Boston; no se diga con el muy influyente Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés), que prácticamente es financiado por todos los megabancos de EU (para aquellos que aún creen en el Santa Claus de los think tanks desinteresados).

Por demás interesantes son los vínculos del presidente de BlackRock, el israelí-estadunidense Laurence Fink –quien recientemente vino a México a bendecir la privatización de Pemex– y su polémico hijo Joshua, con Larry Summers, ex secretario del Tesoro, y Rahm Emanuel, alcalde de Chicago y anterior jefe del gabinete de Obama.

Como era de esperarse, The Economist, controlada conjuntamente con The Financial Times por el Grupo Pearson, cuyo principal accionista es BlackRock, omitió deliberadamente los perturbadores nexos y la macabra historia del mayor banco de inversiones del mundo, cuyo rastreo de huellas radiactivas llegan a dos entidades financieras fantasmagóricas: Blackstone, que cobró el extraño doble (¡súper sic!) seguro de las torres gemelas del 11/9 (Bajo la Lupa, 26/09/04), y a Evercore Partnership, que preside el megafinanciero cupular Roger Altman y que compró la polémica Protego de Pedro Aspe y su alumno Luis Videgaray: ambos vinculados al ITAM cuyo consejo preside Alberto Bailleres.

No se puede pasar por alto la interconexión estratégica del muy silenciosamente influyente Albright Stonebridge Group tras las bambalinas cupulares del Olimpo de EU que vinculan a Lee Hamilton con Roger Altman, Charles Prince (ex director de Citigroup), Zedillo y Samuel Berger (asesor de Seguridad Nacional de Clinton).

Destaca también la interconexión del Wilson Center que preside Lee Hamilton con Chevron y Condy Rice, ex asesora de Seguridad Nacional de Baby Bush.

Sobresale que BlackRock tenga en su poder casi 9 por ciento del capital de Televisa, así como el gran capital que acumuló Zedillo.

Ahora ya sabemos puntualmente quiénes son los beneficiados en EU y aquí con la privatización de Pemex.

Alfredo Jalife-Rahme.

alfredojalife.com

Twitter: @AlfredoJalife

Facebook: AlfredoJalife

Mayoría en el Congreso contra la mayoría de la población que se opone a privatizar el patrimonio nacional.

Por: Marivilia Carrasco.
En agosto, el presidente de México, Enrique Peña Nieto envió una iniciativa de Ley al Senado de la República donde se proponen cambios constitucionales que, de aprobarse, acabaría con la soberanía energética del país. La iniciativa de Ley del Ejecutivo, originalmente anunciada ante foros internacionales en vez de nacionales, está muy lejos de reflejar el verdadero interés de la Nación y de la población, pero, en cambio sí refleja el propósito largamente codiciado por el poder energético-financiero angloamericano; a saber, entrar en el terreno de la exploración, explotación y comercialización del petróleo mexicano, actividades reservadas al Estado por mandato constitucional.
La iniciativa presidencial propone reformar los artículos 27 y 28 constitucionales donde se establece que “corresponde a la nación el dominio directo de todos los recursos naturales de la plataforma continental y los zócalos submarinos de las islas…el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos y gaseosos” (art 27) y que “No constituirán monopolios las funciones que el Estado ejerza de manera exclusiva en las áreas estratégicas” tales como la acuñación de moneda, emisión de billetes por medio de un solo banco, petróleo y los demás hidrocarburos, petroquímica básica; minerales radiactivos y generación de energía nuclear, electricidad entre otros. (art.28)
Con la promesa perenne del discurso neoliberal de que las reformas ayudarán a modernizar a las paraestatales PEMEX y Comisión Federal de Electricidad (CFE), dichas reformas se orientan a formar asociaciones de utilidad compartida con los tiburones petroleros transnacionales en áreas actualmente restringidas al control y dirección del Estado.
Información difundida por el analista Alfredo Jalife-Rahme, destaca que PEMEX sea “una de las empresas petroleras más rentables” del mundo cuando se recurre a la medición EBITDA (por sus siglas en ingles: “ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización”), que ostenta “una buena estructura de costos y eficiencias operativa”. Cuando se mide la “proporción ventas/EBITDA”, Pemex supera a las cuatro anglosajonas (ExxonMobil/Chevron/Shell /BP), a la noruega Statoil y a Petrobras. En tanto el gobierno presenta este tipo de información a sus potenciales socios futuros, su publicidad al interior de México pone el énfasis en que PEMEX “está quebrada” o que “la situación es muy grave, porque pronto seremos importadores de gas” y otras falacias aún más sofisticadas.
Ofende a nuestra cultura de nacionalismo, el haber presentado estas reformas como herederas del espíritu que animó al Gral. Lázaro Cárdenas, bajo cuyo mandato presidencial se efectuó la nacionalización del petróleo mexicano en 1938. La propaganda de que se volverá a la redacción de los artículos constitucionales de su época, no deja de revelar la existencia de una tremenda oposición nacional a todo lo que implique la desnacionalización del petróleo. El hijo del general Cárdenas, Cuauhtémoc Cárdenas inmediatamente ha salido a descalificar el uso perverso del nombre de su padre, que tiende a manipular a la población.
“Resulta falaz y ofensiva la utilización que el gobierno está haciendo de la figura de Lázaro Cárdenas para justificar e impulsar ante el pueblo de México su antipatriótica y entreguista propuesta de reforma energética. La lucha principal de Lázaro Cárdenas fue por el rescate y pleno ejercicio de la soberanía de la nación y su desarrollo independiente. Ese fue el objetivo de fondo de la expropiación petrolera del 18 de marzo de 1938 y de su firme oposición posterior al otorgamiento de contratos de riesgo. La iniciativa oficial va justamente en sentido contrario”, afirmó en un artículo publicado el 16 de agosto en el periódico La Jornada. Entrevistado por la periodista Carmen Aristegui, en Noticias MVS, reiteró que el gobierno, al referirse a las palabras de su padre, el General Lázaro Cárdenas del Río, hizo lo contrario a sus principios, a sus ideas. “Va en contra de la ideología, de la política, todo lo que Lázaro Cárdenas hizo en vida”, afirmó.
Desde que el gobierno de Peña Nieto lanzó su campaña de falacias para conquistar el objetivo de la desnacionalización del petróleo, se comenzó a formar un amplio movimiento nacional suprapartidario contra tal tentativa.
El Movimiento de Solidaridad Iberoamericana (MSIa) y el Foro de Guadalajara, a la vez que patrocinaron eventos significativos, acaban de publicar un folleto de amplia circulación que advierte que, el petróleo no es una mercancía más, sino “poder político” internacional. De manera que su defensa deberá atender los nuevos parámetros inscritos en la geopolítica del poder anglo-americano cuyo centro es escalar la guerra de recursos contra las naciones que los posean.
También con antelación al reciente anuncio, el Senador Manuel Bartlett desde su militante posición nacionalista en el Senado de la República, ha venido demostrando que “la propuesta de política energética del gobierno ha sido definida según las finalidades e intereses del gobierno estadounidense y de sus corporaciones petroleras.” En un libro publicado en mayo del presente y coordinado por el senador en mención, se documenta no sólo el potencial de desarrollo de PEMEX, si se le libera de la carga abusiva fiscal a la que ha estado sujeta, sino al papel absolutamente estratégico de los recursos petroleros para hacer de México una potencia económica tecnológica industrial por nuestros propios medios.
Bartlett señala que en el libro “se exponen las implicaciones para México ante la eventual aprobación e imposición de los intereses extranjeros sobre los nacionales, para el crecimiento económico, la seguridad energética, la seguridad nacional, el abasto y precio de los energéticos y productos industriales petroquímicos.
“Si estos intereses se imponen a la sociedad mexicana, el Estado-nacional soberano e independiente por el que se ha luchado por más de dos siglos perecerá y la soberanía del pueblo mexicano quedará sometida a poderes externos…Por ello…aplicar la reforma propuesta por el gobierno federal conduce al suicidio histórico de nuestro país. Suicidio que no lo busca ni lo propone el pueblo de México, sino la actual coalición de poder económico y político sustentado en un pacto corporativo transnacional.”
Personalidades nacionalistas como el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador y el senador Manuel Bartlett –quienes han estado alertando de los sofismas, argucias y tergiversaciones esgrimidas para encubrir el despojo del petróleo y la electricidad a la nación–, entre muchos otros están convocando a magnas movilizaciones populares para detener la reformas, la primera de las cuales será el próximo 8 de septiembre. Y están exigiendo que se lleve a cabo un plebiscito para hacer que la población participe en la decisión de si debe o no hacer una reforma constitucional.

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