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Papa Francisco envía 100 mil euros para los pobres de Alepo (Siria) víctimas de la guerra.

El Papa Francisco terminó su semana de Ejercicios Espirituales de cuaresma junto a otros miembros de la curia romana y antes de volver al Vaticano celebró una misa este viernes 10 de marzo, ofrecida por todos los cristianos perseguidos y todas las víctimas de la guerra en Siria que ha causado una verdadera crisis humanitaria sobre todo en ciudades tan golpeadas por el conflicto como Alepo.
Por esta difícil situación es que el Papa recaudo entre los miembros de la curia romana la cantidad de 100,000 euros para ser enviada a aquella ciudad siria con tantas necesidades.
 

El próximo día 15 de marzo se estarán cumpliendo siete años del conflicto sirio que ha dejado una gran destrucción en la que hasta hace pocos años fuera una de las naciones con mayor estabilidad social de la región.

Al finalizar los ejercicios, el franciscano que estuvo a cargo de dirigirlos, Guilio Michelini, transmitió el agradecimiento llegado desde Alepo porla donación, la cual hizo llegar por medio de un correo electrónico el también franciscano y párroco en Alepo Ibrahim Alsabagh.

«En agradecimiento por la recogida de dinero destinado a Alepo, el padre Ibrahim ha escrito un breve email, junto a la Custodia de Tierra Santa, que expresa la gratitud de los pobres de Alepo por los que esta mañana hemos celebrado la Eucaristía, según la intención del Papa, y por la generosa donación de 100,000 euros».

El Papa terminó los ejercicios dándole su agradecimiento a Guilio Michelini por haberlos guiado durante estos días:

«Quiero agradecerte el trabajo que has hecho, como te has preparado. Esto significa responsabilidad, tomarse las cosas en serio. Gracias por todo lo que nos has dado».

Carta para Aylan.

Esta breve, pero hermosa y conmovedora carta dirigida a Aylan Kurdi, el pequeño niño sirio cuya foto ha dado vuelta por el planeta entero, fue escrita por la ciudada española Belen de Benito.

Que su lectura nos ayude conmovernos ante el dolor ajeno, y acortar un poco esa "distancia", esa cómoda distancia con la que solemos ver las injusticias y el dolor de los demás.
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Carta para Aylan.

Esa foto tuya. Hago la cena de forma mecánica. Pienso en todas las cosas que he hecho hoy desde que he visto esa foto tuya. Y casi ni me acuerdo. He preparado la comida, y no he comido. He mirado la tele sin verla. He estado en casa de mis padres, absorta. He abrazado a mis hijos, inquieta. Sólo quería que todo pasase rápido para ponerme ante este folio en blanco. Lo necesitaba. Lo necesito. Porque no me puedo quitar de la cabeza esa foto tuya. Tus pequeñas manos. Tu camiseta roja. Tu pantalón azul. Tu pelo tan extrañamente bien peinado. Tus pequeños pies con esos zapatitos con sus cordones perfectamente atados. Perfectamente atados. Mientras tú permaneces tumbado en la arena, inerte, esos cordones permanecen inamovibles. Puedo visualizar a tu madre mientras te los ataba. Soy capaz de imaginarme su rostro. ¿Qué pensaría ella?. Supongo que lo que piensa cualquier madre al atarle los cordones a su hijo. Hacerlo de forma tan perfecta que no se desaten. “Para que no se caiga”. Pensamientos de madre. Sin más. Pensamientos protectores. Y no, los cordones no se desataron. No. También pienso que esta angustia que hoy me congela la vida, en unos días desaparecerá. Triste, pero cierto. Y tu foto, esa foto tuya, pasará a ser una más. Una más de esas que nos hacen decir “qué horror”. Con esa distancia que tenemos en los días de tormenta, cuando la lluvia golpea con fuerza nuestros cristales, y nos acurrucamos en el sofá. Con esa distancia que marcamos sobre las desgracias ajenas, lejanas. “Qué horror, como llueve”. “Qué horror, un niño muerto en la arena”. Al día siguiente lo comentaremos. A los dos días te aparcaremos. A los tres días te olvidaremos. Esa foto tuya. Así que antes de que eso pase, te quiero pedir perdón. Te pido perdón. Personalmente. De forma intransferible. Te pido perdón. Desde mi sofá, tras mis cristales. Te pido perdón. Y asumo mi culpa. Sin importarme la de los demás. Aunque ya no sirva de nada. Yo, te pido perdón. Ahora alguien te desatará los cordones, y te quitará esos pequeños zapatos. Espero que lo haga con la delicadeza que tus pequeños pies merecían, esa que no te dimos en vida. Perdóname pequeño. 

Belen de Benito 


Foto: Nilufer Demir (Reuters).

México está más empinado que Siria.

Autor: Santiago Fourcade.

Muchos podrán decirme que exagero, que no puedo comparar un país en guerra con nuestra querida tierra. ¿Neta, somos tan optimistas? La primera vez que saqué esa conclusión fue hace dos semanas. Estaba caminando en Damasco en plena madrugada y un colega me insistió sobre el miedo que sentía por recorrer tan de noche la ciudad. Sonreí y rato después le conté de aquellas autopistas desiertas de Monterrey; el fantasmal panorama en los pueblos michoacanos y la piel erizada de quienes recorríamos Nuevo Laredo pasando la una de la mañana.

Aproveché que otros dos corresponsales se unieron a la charla y les pregunté sobre México: ¿Quién de ustedes puede contarme lo que pasa allí? Ninguno supo responderme. Les hablé de más de 140 mil muertos en un puñado de años. Veinticinco mil desaparecidos. Miles de migrantes perdidos en algún agujero negro y una decena de cárteles de la droga abroquelados en alianzas difusas.

En Siria va un aproximado de 100 mil muertos. La guerra enfrenta al gobierno contra rebeldes, y además, una fuerza de mercenarios internacionales que superan la veintena de naciones dibuja un mapa tan enmarañado como interesado. Israel quiere que Siria caiga. Qatar y Arabia Saudita financian las guerrillas y los gringos aprueban todo desde lejitos.

Pero la guerra en México no vende. Creo que nos falta marketing multinacional. Estamos a la sombra de los medios de comunicación. ¿Por qué no se le da la importancia que merece? ¿Quién habla de desgobierno o de ayuda internacional? Tal vez el problema sea que muchos aprendimos a convivir con una normalidad que es terrible. ¿Por qué me voy a asustar en Damasco? De mi ventana en Monterrey escucho ráfagas de AK-47 muy seguido, y mis amigos saben distinguir calibres y hasta granadas. México está más empinado que Siria. Olvídense de subjetivismos partidistas y piensen en nuestro país como un supuesto ejemplo de democracia y de nación consolidada. Luego tomen cada estado y analicen la locura de inseguridad que estamos viviendo y entenderán que no exagero.

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